Me di cuenta en estos meses fuera de
mi país, y con amigos de todo el mundo, que la situación de Venezuela a nivel
internacional es todo un misterio. La pregunta más marcada es: ¿En realidad
Venezuela está tan mal como lo dicen los medios de comunicación? Supongo que a
todo nivel es bien sabido que los medios basan sus noticias en dirección a una
línea de pensamiento o intención conducida. Por eso, quise hacer este artículo
sobre mi opinión de lo que vi y viví luego de pasar 20 días en mi recordada
Caracas.
No voy a negar que el grado de
ansiedad al salir del Aeropuerto internacional de Maiquetía era abismal. Y no
solo por un tema tabú sobre la inseguridad, si no por mis experiencias previas
que hicieron que fuesen los 30 minutos más angustiosos antes de llegar a mí
casa. Lo que me encontré fue una Caracas oscura, literalmente. Era viernes por
la noche pero el ambiente era como escrito por Miguel Otero Silva en su “Casas
Muertas”. Era diciembre, pero ¿Dónde estaba mi Caracas llena de luces y
celebración? Ahí entendí que nada sería lo mismo como país.
"... Era diciembre, pero ¿Dónde estaba mi Caracas llena de luces y celebración?..." |
El tema de conmoción en esos tiempos
fue “el pernil”, Un trozo de carne que el gobierno subsidiaría por familia (Se
otorgaba a familias “elegidas” no sé bajo que estándar de selección) donde
realmente si lo quisieras comprar por tu cuenta no te alcanzaría ni dedicándole
todo tu sueldo mínimo, y el tema de los “bonos” de navidad, BsF. 500.000 que
regalaba el gobierno sin motivo alguno a ciertas personas con lo que podías
comprar solo un paquete de pañales para adultos. Esto entre bromas y chistes y
algunas protestas aisladas tenía dos grandes vertientes, la primera que en
teoría era una promesa electoral que se usó como propaganda y que personas que
agarraron el anzuelo no fueron “elegidos”, la segunda la visión de lo surreal
que era la escena, donde al parecer pocos podían ver el problema base y no un
simple “beneficio” que solo era una alucinación populista.
Los anaqueles estaban más llenos. Vi
(sin necesidad de hacer colas ni madrugar) productos de higiene personal,
comida y según me contaron habían más medicamentos disponibles, pero los
precios eran realmente absurdos si se comparan con el sueldo de un Venezolano
promedio. Un queso para untar de 200 gr costaba un poco menos de un sueldo
mínimo y si lo comprabas te quedas sin opción a comprar el pan. Un antibiótico
estaba en BsF. 1.000.000 lo que si te llegas a enfermar tendrías que tener unos
4 sueldos mínimos base aproximadamente, sin contar la odisea que sería
encontrar atención médica de calidad.
"... se tiene la costumbre de aferrarse a lo bueno aunque todo esté en contra..." |
Por otro lado, basado en mi familia
y en los pocos conocidos que me quedan en Venezuela vi que es casi imposible
eliminar el ímpetu de la gente. Aunque no había estrenos, uvas o cena para el
31 de Diciembre, se espera las 12 campanadas en familia; Aunque no había
dinero, se compartieron y convidaron algunas pocas hallacas; Aunque todo
parecía estar tan difícil en la vida de todos se cantaba “Yo no olvido el año
viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas” y ejemplos como este podría
enumerar miles.
Se me hace increíble la dualidad como vive el
Venezolano, donde se tiene la costumbre de aferrarse a lo bueno aunque todo
esté en contra, porque a pesar de todo se mantiene ese sentido de humor y creatividad
que nos caracteriza; que guiándolo de manera estratégica podríamos hacer
maravillas a nivel de sociedad y ser pioneros en cualquier área o seguir
utilizándolo en la corrosiva viveza criolla. Es allí el punto de inflexión que
determinará el rumbo que tomará Venezuela y por lo que todos dentro y fuera
estamos ansiosamente esperando.
Comentarios
Publicar un comentario